Hans Christian Mortensen |
Poco podría imaginarse el bueno de Hans Christian Mortensen,
cuando en 1899 empezó a anillar a los estorninos comunes de su Dinamarca natal,
que ese simple gesto motivado por su deseo de saber dónde pasaban esos pájaros
el invierno, daría comienzo a lo que hoy llamamos anillamiento científico.
Hoy, cualquier ave del mundo es susceptible de ser anillada
para conocer mejor su biología. Aunque el método original y a la vez el más
difundido por su sencillez, es el que tiene como objetivo a las aves de pequeño
porte: los paseriformes.
Basta con colocar una red japonesa en los pasos previamente
localizados y esperar a que los pajarillos vayan cayendo. El sistema está
pensado para paseriformes pero también caen otros grupos orníticos tales como
limícolas, rálidos e incluso pequeñas rapaces tanto diurnas como nocturnas.
También se ideó en un principio para estudiar exclusivamente
los movimientos migratorios de las aves marcadas, pero a día de hoy su utilidad
es más amplia.
Además de la migración, este método también se utiliza
actualmente para estudiar y gestionar los hábitats que ocupan los objetos de
estudio, así como su éxito o fracaso reproductor y por tanto, sus tendencias
poblacionales.
Independientemente de la especie capturada o del objetivo del
estudio, el deber del anillador es estar atento a sus redes y a lo que cae en
ellas, primero para evitar que el ave pueda sufrir algún daño o más estrés del
estrictamente necesario y segundo, para que en caso de ser un ave grande y
fuerte la capturada, pueda romperse la delicada y costosa red.
Al tratarse de un método de estudio evidentemente invasivo,
inspirado de hecho en técnicas de caza, el anillador debe pasar un período de
formación de un mínimo de dos años durante los cuales aprenderá guiado por uno
o más anilladores expertos como manejar el equipo y sobre todo a los pájaros de
una manera rápida y eficiente, todo destinado a una correcta obtención de los
datos sin que ello suponga un perjuicio para el animal.
Una vez sacada el ave de la red, se procede a identificar la
especie a la que pertenece y a anillarla, que no es más que colocarle una
anilla metálica (cada especie tiene asignada un tipo determinado en función de
su tamaño y fuerza) con un código alfa-numérico único para ese ejemplar en
concreto.
Es como nuestro DNI. El proceso ya estaría, en principio,
completado pero siempre se averigua la edad y el sexo, si esto es posible, ya
que en algunas especies no lo es. Por último se toman una serie de medidas
biométricas: longitud de la pluma más larga (la tercera primaria), longitud del
ala, pico, tarso, cola, cráneo incluido el pico y se comprueba el grosor del
musculo pectoral así como de la cantidad de grasa acumulada en el pecho. Por último
se pesa al ejemplar y se libera.
Pese a ser una actividad con detractores debido a que el
método de captura es bastante brusco, lo cierto es que el anillamiento es el
único método que permite saber aspectos del ave tales como edad, sexo y estado
de salud de especies en los que una simple observación, no sirve.
Así, el anillador se convierte en el más experto de los
ornitólogos, ya que debe conocer a las aves que estudia mucho más profundamente
que el ornitólogo que se limita a observarlas a distancia.
Carlos Mico Tonda
Imágenes: Carlos Micó Tonda y Toni Polo Aparisi.
Bien por Carlos.Digno "sucesor" de su tío. :D
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