Si después de los últimos fríos, que helaron las
almendras y también las primeras amapolas, parece que la naturaleza ha
explotado en verde y un sin fin de colores, que han conseguido en parte
difuminar algo el gris negruzco del incendio forestal, del verano pasado.
Las amapolas (ababoles) han vuelto a llenar los
ribazos y paredes de los campos de
cultivo, dando con ese color rojo intenso que las caracteriza, pinceladas
brillantes que alegran la vista.
Tal vez por que nuestros ojos llevan muchos meses viendo
el gris ceniciento, es por lo que ahora reparamos hasta en la más pequeña flor,
que antes quizás nos pasaba desapercibida.
Las hay grandes, pequeñas, medianas, en gran abundancia,
de colores, si de muchos colores.
Los tomillos llenan el monte floreando con su blanco
inmaculado, que resalta poderosamente sobre sus tallos verdes, si verdes.
También a nuestras balsas y navajos ha llegado la
explosión del verde primaveral, que mitiga a nuestros ojos, la tristeza del
gris.
La aparición de los cardos con sus poderosas flores, que
aunque nos pinchen, no están exentas de belleza.
Hasta los abrevaderos de las fuentes, bastantes secos el
año pasado, hoy están llenos de agua y de verde.
Demos pues la bienvenida a esta explosión de colores que
nos ha aliviado nuestra cansada vista de colores grises.
J. R. Casaña
Detrás de la tempestad siempre viene la calma. La naturaleza sigue su curso... nosotros somos meros invitados a este espectáculo, disfrutémoslo.
ResponderEliminarUn abrazo Rafa.
Cierto y nuestra mejor virtud sería estarnos quietos.
EliminarPues que haya suerte y no vuelva a suceder mas. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias Luis por tus buenas intenciones, ojala no se vuelva a repetir.
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