Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

jueves, 9 de mayo de 2013

La curva de la vida.







La curva de la vida es representativa y particular, pero impredecible. Desde el mismo momento en que te traen a este mundo, en ese mismo instante, comienza a trazarse. Su evolución en su ascenso es imparable tome el camino que tome y que -según creo- poco se puede hacer para cambiarlo.

Comienza su evolución ascendente. Primero, poco a poco. Después, va tomando velocidad con el paso del tiempo. En  algunos casos con interrupciones. Con ligeros descensos en su ascenso. Pero estos obstáculos son ineludibles.




Segundo a segundo, minuto a minuto, día a día, semana a semana y año tras año va ascendiendo sin parar. A la vez que se llena de intenciones, entusiasmo,  constancia, decisión para alcanzar metas algunas inalcanzables y otras invisibles. Muchas  corre caminos erróneos pero forzosos y también algunas veces  inciertos. Otras, con aciertos. Pero ya no hay  marcha atrás.



Hay momentos que el tiempo pasa lento, incluso parece que se ha parado. Todo está más lejos, ese ascenso hacia esa cumbre que mentalmente nos hemos trazado parece no tener fin y la hipotética  cima muy alta, e incluso imposible y, a veces  lo es. Pero a pesar de los innumerables tropiezos no dejamos de seguir luchando e intentando subir como podemos. Para alcanzar no saber que. Es, nuestro destino.


Hay un momento que sin darnos cuenta hemos llegado. A ese punto que parecía tan lejos. Y no nos hemos percatamos de que estamos ya en lo más alto de ese ascenso, numerosas veces delirante. Para alcanzar esa cima  incluso sin saber lo que vamos ha encontrar en ella. Que nos va a pasar, Que nos espera.





Durante otro espacio de tiempo deambulamos por la cima con satisfacción, otras con desencanto y otras con desesperanza. Otras, como no, con alegría. Con esperanza. Pero ya no podemos subir más. Hemos llegado. A lo más alto.



 Durante este recorrido observamos que el paso del tiempo ya no es el mismo. Tiene otro valor. Es diferente y precisamente en esos momentos empezamos aunque no nos demos cuenta el descenso, de esa cima en que estamos establecidos.



Al principio es lento. Como cuando empezamos a subir por primera vez. Pero no tarda mucho en tomar velocidad y sentir, que otra vez, el tiempo cambia su valor. Es distinto. No vale lo mismo. Ha perdido precio. Los días pasan “volando” y nos preguntamos por qué. A este por qué, cada uno tiene su respuesta particular.  Creo que es la misma para todos, pero, no me atrevo asegurarlo.


Lo que si es cierto es que la velocidad de descenso no es la misma para todos. Lo mismo que el ascenso. Unos son capaces de ralentizarla tanto en un sentido como en el otro.
Lo que si es cierto es que esta noche se celebra en medio de un descenso que no se si muy rápido, tal vez sí, o para otros no, un setenta y dos cumple años.






Intentando echar el freno con todas mis fuerzas para que aguante por lo menos unos cuantos más, en ese frenético descenso tan natural como la vida misma.

                                 José L. Sanmiguel. 



Imágenes:
J. L. Sanmiguel
Salvador Viadel
J. R. Casaña.
 

1 comentario:

  1. Pues seguro que te queda cuerda para rato, y los bichos te lo agradeceran. Un saludo

    ResponderEliminar