Estábamos desde las 10 de la mañana encerrados en casa
la fuerte lluvia nos impedía salir. Las calles de Alcublas corrían cual arroyos
llenas de agua de lluvia.
A las 17.30 propuse ver como estaba funcionando la
entrada de agua en las balsas y navajos y todos a una como movidos por un
resorte o tal vez porque estábamos artos de estar encerrados en casa, partimos a
hacia nuestras balsas y navajos.
La primera que visitamos fue la Balsa de Mina, en la
que pudimos comprobar que las mejoras que se efectuaron el año pasado habían funcionado
y está recibiendo bastante agua, aunque sigue persistiendo el aporte de
cenizas, pese haber transcurrido 60 semanas del incendió del año pasado.
Proseguimos con el Navajo de las Cañadillas, en el que
pudimos observar que el agua había entrado con menos abundancia que en la Balsa
de la Mina, pero aquí no había restos de cenizas, lástima que la lluvia no haya
podido salvar a renacuajos de sapo bufo.
La Balsa Silvestre recibía agua limpia de lluvia, a
nuestra llegada un córvido voló asustado, tendremos que ver si hay algo que
pueda alimentarlo, bajamos justo para tirar la foto, el agua arreciaba.
Rebosaba de agua el Navajo de la Roza, el arbellón
funciona bien y como sus alrededores no se vieron afectados por el incendio
forestal, la no presencia de ceniza era evidente, agua roja de escorrentías.
Siguiendo por la parte norte llegamos al Navajo de
cemento de la Casica Vieja, observando en sus alrededores gran cantidad de colmenas
de abejas, aunque el agua que recibía no era muy abundante y con algunos restos
de cenizas, la lluvia había remitido algo, lo que nos animó a proseguir.
Llegamos al Prao donde su navajo tenía algo de agua y
sus charcos ya se hacían patentes, aunque ha sido tan la sequia, que no se había
llegado a inundar, pero tiene buenas perspectivas.
La siguiente visita en la divisoria con el término de
Altura, fue el Navajo de la Caña de los Charcos, cercano al GR-10, los aportes
estaban funcionando bien, aunque el aporte de ceniza era abundante, en esta
zona el fuego se ensaño con la naturaleza.
El Navajo de las Lomas también estaba lleno, aunque del
Cerro Martin, le llegaba bastante aporte de ceniza, pero se veía que agua
entraba en el.
A la vuelta paramos en la Balsilla que
sorprendentemente tenia agua, aunque sus aportes están bastante cerrados, pero
había llovido en abundancia y hasta ella también llego el agua.
Esta lluvia ha sido buena, pues ha llegado limpia, sin
granizo y también será buena para que salgan rebollones.
J. R. Casaña
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