Si sabemos que no debemos de
interrumpir el ciclo natural, pero a veces están difícil llevarlo a término,
viendo como unos renacuajos estaban a punto de morir, porque su hábitat se
estaba secando a marchas forzadas.
Sacaban su cabeza de la poca
agua que quedaba en el Navajo de la Fuente del Puerco o de Guerri, un minúsculo
charco en él se encontraban decenas de
renacuajos de Sapo moteado (Pelodytes punctatus).
Habíamos salido por la
tarde, para ver cómo iban funcionando los pimpollos, que en algunas zonas como
la que visitamos son centenares de miles y al llegar al Navajo de la Fuente del
Puerco o de Guerri, nos encontramos que estaba prácticamente seco, pero en sus
someras aguas anidaba mucha vida, que tenia la muerte muy cercana.
Nos miramos y casi al unísono
cogimos las herramientas para rescatar a los habitantes de este exiguo charco,
no solo había renacuajos, si no también ninfas de libélula, notonectas y corixas,
casi estaban tocándose unas a otras.
Sacamos los que pudimos,
pues su instinto les hacia huir de nuestras herramientas adentrándose en el
fango y dificultando nuestro rescate, pero aun rescatamos casi un centenar.
Decidimos trasvasarlos a la
Balsa Pedrosa, por proximidad y por que alberga más cantidad de agua y durante más
tiempo.
Recogimos enseres y vaciamos
algunas garrafas de agua en el pobre charco, en un deseo de prolongar sus
vidas, si antes no teníamos la suerte de que lloviese.
Nos dirigimos a la Balsa Pedrosa
y depositamos en su cubeta los renacuajos y demás seres vivos que habíamos rescatado,
satisfechos, pero con la duda de si nuestra actuación había sido la correcta.
El Gallipato Alcublano no es
partidario de estas prácticas, pero desgraciadamente este año, por la sequía nos hemos visto abocados a realizarlas varias veces.
J. R. Casaña.
Esta sequía nos mata.
ResponderEliminarMuy bien hecho! Sí señor!
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