Salimos
temprano de Valencia, dirección hacia Madrid.
Empezamos
la mañana visitando Sinarcas, hacía frío y estaba algo nublado, al parecer
llovió no hace mucho, aunque para nuestra sorpresa, el primer lavajo permanecía
seco.
Poca
cosa pudimos ver en él, aunque pudimos observar un joven gallipato en un estado
deplorable.
Nos
movimos hacia el segundo lavajo, el nivel del agua había descendido y era menor
que la última vez que lo visité, en pleno Agosto.
Los
gallipatos no se dejaron ver, únicamente notonectas y larvas de libélula
pudimos sacar del agua.
No
contentos con ello, decidimos buscar bajo rocas los aletargados anfibios, y,
aunque no dimos con ellos, si que pudimos descubrir dos culebras viperinas que,
a la espera del invierno, permanecían inmóviles refugiadas en sus escondites a
la orilla del agua.
Al
no tener muchas más esperanzas en Sinarcas y para aprovechar al máximo la
mañana partimos hacía la laguna de Talayuelas, en Cuenca.
Paramos
un momento en un abrevadero cercano, las ranas rápidamente delataron su
presencia y pero fue un sapo común, la verdadera estrella del lugar, al
parecer, durante la noche quedo atrapado en la arqueta del mismo y no
encontraba la salida, la cuál era de fácil acceso.
Lo
sacamos de la arqueta y lo fotografiamos, acto seguido, siguió nadando
plácidamente ya fuera del arqueta, confundiéndose con el rocoso fondo del
abrevadero. Nos sorprendimos gratamente al ver que en
dicho abrevadero, habían colocado un enorme piedra y una pasarela, que
descendía hasta el suelo, para así poder salir los anfibios.
Bajamos
hasta la laguna y nos introducimos en ella, nos entristeció el hecho de ver que
la gambusia proliferaba y albergaba una buena población en la laguna. Es muy lamentable la inconsciencia de algunas personas al
poner en hábitats muy vulnerables especies invasoras, que tanto daño
hacen.
Llegamos
hasta un pozo y probando el nuevo salabre logramos sacar dos gallipatos, un
juvenil y una hembra adulta, no demasiado grande.
Los depositamos en el pozo de nuevo y seguimos hasta la charca más
cercana
En
ella pudimos ver renacuajos de sapo de espuelas y unos disticus de gran tamaño.
Paramos
a almorzar y bajamos al río que hay bajo el mirador, sin demasiado éxito.
No
nos demoramos mucho mas y retomamos el rumbo hacía Valencia, destino,
Camporrobles.
Ahí
tampoco logramos ver gran cosa, el talud no tenía ni gota de agua y el lavajo
no mostraba actividad alguna. Aun así, pudimos presenciar una gran escolopendra
y sacamos un renacuajo de sapillo moteado, lo que indica que se reproducen en
el medio, y aunque ya tenía constancia de ello, me alegro el ver un renacuajo
de los mismos.
Esta
salida la disfrutamos todos y aunque precipitada, no fue menos que las demás.
David Candel.
Imagenes:
David
Candel
Luis Albero
Rafa Casaña
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