Sobre los años 1940 - 1950, más o menos, por
centrar el escrito en una época determinada. Y en épocas anteriores más
todavía. Los agricultores –labradores como se llamaban entonces y en muchos
lugares todavía se siguen llamando- No conocían los teléfonos móviles.
Ni llevaban
relojes de pulsera y menos electrónicos. Ni nada que se le pareciera. Usaban métodos rudimentarios pero casi
infalibles para orientarse. Para saber la hora en que se encontraban con
asombrosa precisión.
Para saber
si, a no mucho tardar estaba cercana la deseada lluvia. Tan necesaria para la
agricultura de entonces, como imprescindible lo es también ahora.
Y otros
muchos trucos de la sabiduría popular, transmitida de padres a hijos. Que se
utilizaba para averiguar infinidad de acontecimientos y acciones ordinarias y
poder actuar en consecuencia.
No eran métodos precisos. Pero a pesar de su grado
de inexactitud eran “métodos” o formas de predecir el futuro a corto plazo, que
resultaban muy útiles para la vida cotidiana de los diferentes trabajos
agrícolas que se realizaban.
Todos estos “métodos” eran tan necesarios para la
vida de entonces, como los utilizados ahora con sistemas mucho más precisos y
tecnológicamente desarrollados. Todos llevamos un reloj en nuestra muñeca qué,
constantemente miramos para regular nuestro tiempo y desarrollar mejor nuestro
trabajo.
Miramos la
televisión para enterarnos que dice el parte meteorológico y actuar en
consecuencia. Escuchamos la radio y nos enteramos de las noticias casi en el
momento que suceden. En todo instante sabemos en la hora que nos encontramos.
Insisto en la hora por que tiene un significado importante en este escrito.
Por dar a
conocer algún “método” que utilizaban los labradores y las gentes que están en
contacto con la naturaleza y que carecían de instrumentos indicadores. Existen
señales naturales, que muestran lo que posiblemente en un tiempo más o menos
prolongado puede suceder, con su margen de error, pero con muchas
probabilidades de acierto.
La sabiduría popular decía;
Si cuando se
esta ocultando el Sol, hay nubes y parece que hay “dos Soles” y nos sabes cual
es el verdadero; en unos días llueve.
Otra; Las
moscas cuando están paradas en la pared de tu casa y están colocadas cabeza
abajo va a llover o llueve. Hay muchos
más pero no es el caso.
Entre los
años 1950 y 60 era un chaval que, como la gran mayoría de mi pueblo trabajaba
en el campo. Y como decía antes utilizaba la sabiduría popular para realizar
los trabajos ordinarios utilizando los “métodos” que iba aprendiendo poco a
poco y que por mi edad más me interesaban.
Hace unos
días unos amigos entre los cuales se encontraban Rafa Casaña y Carlos
Viadell sin predeterminación, estuvimos visitado los
molinos de viento de Alcublas, muy antiguos pues se remontan a los siglos
quince o dieciséis.
Estos molinos debido a la altura en que se
encuentran se divisan a mucha distancia. En días limpios y soleados son
perfectamente visibles desde Pedralba. Sobretodo uno que por su ubicación lo es
más.
Estos molinos
tan antiguos que gracias a los cuidados de las gentes de Alcublas, todavía
podemos contemplarlos y disfrutar de su presencia. Representa, o representaba para mucha gente de
Pedralba, uno de los “métodos” infalibles para saber con exactitud a la hora
que uno se encontraba.
En verano y
si una persona se sitúa estando en Pedralba de espaldas al Sol y si su sombra
se alinea con este molino que he mencionado más visible, es justo medio día
solar. O sea. Las doce en punto. Hora de parar para comer. “Todavía entonces no
se había adelantado las horas del reloj.”
A los dieciséis años a esas horas el hambre se
hacía sentir, más, cuando uno ya llevaba cuatro horas detrás de un arado. Por esa razón esperaba con ansiedad
comprobando con cierta frecuencia que mi sombra se alineara y mirando si
coincidía con el “molinoco” de Alcublas. Como decíamos entonces.
Reclamando
con cierta insistencia sin ser irrespetuoso, reponer fuerzas y refrescar a la
sombra del más próximo y frondoso algarrobo del lugar del trabajo. Muy prolíferos
en aquellas épocas que desgraciadamente quedan tan pocos.
José L.
Sanmiguel.
Muy interesante J. Luis:
ResponderEliminarEs curioso el uso que también se le daba a estos molinos de Alcublas, desde otras poblaciones como Pedralba, solo había que tener buena vista y buena sombra.
Pero la irresponsabilidad y mala sombra de algunos están deteriorando estos monumentos, restaurados hace muy poco.
Parece MALASOMBRA POLÍTICA.
¡Que pena!
Interesantisimo artículo etnográfico, gracias Miguel.
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