Cuando Rafael Casaña me
mostró la variada fauna que se puede encontrar en una humilde charca, en ese
charco intermitente e inapreciable de un camino poco transitado, en el monte,
entre campos, en las llanuras de Alcublas, en el balcón de Valencia, conocí a
tres crustáceos. En mi opinión, auténticos supervivientes de la vida: Isaura mayeti, Branchipus schaefferi y
el más espectacular por su tamaño, el Triops
cancriformis
Esto me sugirió realizar un experimento, que
confirmara sus sistemas de reproducción, expansión y supervivencia. Así que
tomé un capazo de ese barro, entonces
completamente terroso y lo trasladé a una charca, previamente construida en mi
terreno de Pedralba.
Quería comprobar si las
puesta de estos originales crustáceos, serían capaces de eclosionar en otro
lugar, a distinta altura, con temperaturas diferentes, ya que yo jamás había
tropezado ante este milagro de la naturaleza. Confiaba que en esta tierra se
encontrara algunos huevos latentes de estas especies.
Solo hicieron falta una lluvia, seguida de
unos días primaverales en el otoño, para que la vida surgiera en mi charca,
como en Alcublas, de aquella muestra de tierra.
Así que aquello confirmaba,
que el barro adherido a las patas de cualquier ave, podrían trasladar sus
puestas, esos diminutos huevos, a cualquier otro charco de la zona o incluso a
otro lugar mucho mas alejado.
Estos tres crustáceos y otros muchos seres más diminutos, fueron
apareciendo progresivamente. Primero lo hicieron los Branchipus, seguidos de los Triops
y estos fueron precedidos, dos semanas después, por las Isauras.
Las Isauras
mayeti duraron solo tres semanas , seguramente no aguantaron las primeras
heladas. Los Branchipus duraron algo
más, pero los Triops siguen vivitos y
coleando hasta estas fechas.
Lógicamente se han hecho ya muy grandes,
cercanos a los 7 cm.
Indudablemente son unos extraordinarios
seres, que han encontrado un sistema de sobrevivir ante situaciones extremas.
Cuando la charca se seque, morirán, pero
habrán dejado su descendencia en forma de huevos, a la espera de agua y esos
22º que los despertaran del letargo, que podría alargarse hasta diez años sin
afectar su vitalidad.
¡¡Bien bichicos!!
Fotografías subacuatica
del autor.
Manolo Ambou Terradez
Buena idea eso de comprobar que "la vida se abre camino" en casi cualquier sitio. Y buenas fotos también(como no).
ResponderEliminarSaludos.
Se me ocurre hacer lo mismo que tu a modo de experimento.
ResponderEliminarInteresante. Seguir con los experimentos. Y luego los contáis
ResponderEliminarHola Hector: ¿Donde lo piensas instalar?
ResponderEliminarSi lo haces cerca de algún río, tendrás que cubrirlo con malla, para evitar que los Martínez pescadores o las garzas puedan depredarlos.