La lluvia es muy caprichosa, nunca llueve a gustos de todos,
ni tampoco en los lugares que deseamos que llueva o que mas falta les haga.
Después de visitar los primeros días del año, vuestras balsas
y navajos, nos dimos cuenta que en algunas había agua y en otras muchas no.
El Navajo de la Montanera era uno de los agraciados en
los que el líquido elemento, se había introducido en su cubeta y tenía unos
seis o siete dedos de agua, no mucho más.
La sempiterna Cola de Zorro
(Ceratophyllum demersum); Linnaeus
1753), se enseñoreaba de todo el navajo.
Pensábamos que no tendría
ningún habitante en su interior, pero cuando no fue nuestra sorpresa, que al
hacer el muestreo, observamos la presencia de vida.
Encontramos renacuajos de
Sapillo moteado común (Pelodytes punctatus), Sapo partero (Alytes obstetricans), Notonectas y Chironomus plumosus.
Con tan poco agua y con un
tiempo muy cambiante, allí estaban viviendo en el navajo.
También en la Partida de
Junco, sus dos navajos tenían agua, lo que nos confirmaba que la lluvia había caído
por donde le plació.
No nos cansamos de pensar
la fuerza que tiene la naturaleza, sobre todo si nosotros la dejamos tranquila.
J. R. Casaña
Hola, ante todo gracias por tu blog.
ResponderEliminarQuería comentarte que la planta de la segunda foto no es Ceratophyllum demersum. Parece alguna variedad de Chara.
Las Charas suelen encontrarse en todo tipo de charcas, balsas, etc, de aguas permanentes como estacionales, mientras que el Ceratophyllum es cada día más raro de encontrar, sobre todo la variedad submersum.
Bye.
Muchas gracias por tu comentario anónimo.
ResponderEliminar