Notareis que últimamente, no escribo muchos artículos sobre
Alcublas y sus balsas. Realmente me da mucha pena el visitarlas y el verlas vacías
hace que entristezca.
No obstante este fin me di un paseo por ellas y seguían
como siempre. La sequía es muy grande y no se ven trazas deque vaya a cambiar.
Empecé por la Balsa Calzón, a la entrada del pueblo.
Algunas libélulas revoloteaban por sus aguas, pocas.
El agua estaba verde muy verde y no había atisbo de
vida en ella.
Sucia, con cantidad de plásticos, daba un aspecto de
desidia total.
El vuelo de las golondrinas era la única nota alegre.
Fui a la Balsa de la Mina, sabiendo positivamente que
estaría seca, lo que así descubrí, al llegar a ella.
Ni rastro de humedad en su cubeta, donde estarán escondidos
los gallipatos.
Esperemos que la lluvia haga su acto de presencia y llene su
cubeta, para que la vida acuática siga su ritmo.
Descorazonado partí hacia la reserva natural de la
Balsa de la Pedrosa.
El espectáculo no era mejor la poca agua que le
quedaba, no presentaba ningún signo de vida ni las libélulas se veían sobrevolar
su agua.
Desgraciadamente ha vuelto la enea que tanto nos costó
erradicar.
Al perro flaco todo son pugas, como dice el dicho, no
hay bastante con la poca agua que contiene su cubeta, que vuelve a aparecer la
dichosa enea, tan perjudicial para la vida animal dentro de ella.
Entenderéis después de ver las imágenes, porque no
tengo ánimos para hablar de las balsas de Alcublas. Maldita sequía.
Rafa Casaña.
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