Puede extrañarnos que estos pequeños reptiles soporten
tan estoicamente la presencia del ser humano.
Dos fotos marcan un poco el motivo de este artículo.
Otra menos agradable el observar en un charco una
muerta, sin cola, boca arriba y ya un adulto, probablemente muerta no de una
forma accidental.
Es muy raro el observarlas a plena luz del día, sus
hábitos son nocturnos, debido a que son de sangre fría suelen salir a solearse,
volviendo a la sombra para así conseguir regular su temperatura personal.
Su alimentación se basa en insectos, como las polillas,
grillos, mosquitos y otros. Por la noche suelen aproximarse a puntos de luz
para así conseguir su dieta alimenticia.
Su gran boca les facilita la ingesta de presas grandes.
En época de penuria alimentaria, pueden llegar a
comerse a las más pequeñas.
Recuerdo con nostalgia la cantidad que poblaban los
pueblos y ciudades, cosa que hoy no sucede. Los cambios de usos y costumbres,
como el abandono de encalar las casas, han propiciado su decrecimiento.
Tiene un montón de historias que la desacreditan, como
el que se come la ropa de los cajones, aunque lo que más las perjudican
históricamente son las creencias religiosas que las demonizan.
Son muy beneficiosas por la gran cantidad de insectos
que consumen en su alimentación. Solo por eso deberíamos de considerarlas como
beneficiosas.
En el hemisferio norte, entre abril y junio, incuban
dos huevos esféricos, que a los cuatro meses salen nuevas pequeñas
salamanquesas.
No estoy de acuerdo en su cría en cautividad, se ha costado
que viven alrededor de ocho años.
No sé si son hermosas o feas, pero si se que son muy
beneficiosas para el hombre, por lo que deberíamos de variar la forma en que
las miramos.
Agradecer a mis amigos Antonio Felix Hernandez y
Joaquín Povo su gentileza por cederme su magnificas fotos.
Rafa Casaña
Imagenes:
Antonio Felix Hernandez
Joaquín Povo
Rafa Casaña
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