Recibimos mucha correspondencia sobre las plagas
que podían atacar al monte quemado, la verdad es que después de un incendio el
monte se queda desprotegido, la vida ha huido de el.
Nuestro monte se quemo el 92 % de su masa forestal,
lo que quiere decir que se han quedado pequeñas islas verdes, que no se vieron
afectadas por las llamas.
Pero fiel a su cita y pese a la poca masa arbórea
que nos queda la procesionaria ha hecho acto de aparición.
Ya se ha enseñoreado de las ramas de los pinos pequeños,
formando sus blancas bolsas en las que permanecerá hasta el mes de abril, que
bajara al suelo para enterrarse.
No la he visto este año en pinos desarrollados, si
no en pequeños pimpollos, que son más indefensos ante su ataque.
Varias bolsas anidad en los pequeños pimpollos en
los que estarán, hasta que lo dejen seco.
Todas las especies de pinos son afectados por la
procesionaria, aunque los que más les gusta son:
Pino laricio (Pinus nigra), el Pino canario (Pinus
canariensis), el Pino silvestre (Pinus sylvestris), Pino pinaster (Pinus
pinaster), Pino carrasco (Pinus halepensis) y Pino piñonero (Pinus pinea).
Aunque también le hincan el diente a los Cedros y
Abetos.
El problema es que sus depredadores naturales no
están han huido por el incendio, hormigas, avispas, carboneros, herrerillos,
abubillas, urracas, cuervos y críalos, su presencia ha descendido enormemente.
La urticaria que produce sus pelillos hace que no
todos los animales, puedan comerlos.
Nosotros
estamos actuando para paliar en lo posible los daños que están efectuando en
los pimpollos, cortamos las ramas en las que están ubicadas las bolsas que la
contienen y las prensamos hasta que perecen todos sus habitantes
Nos disculpareis si no utilizamos fuego, pues
estamos muy quemados.
J. R. Casaña