El primer fin de semana de
marzo comenzó una toma de datos que duraría hasta el primer fin de semana de
julio. Con motivo de mi trabajo de fin de máster, me proponía comprobar que los
gallipatos son un elemento clave en la dinámica poblacional de las larvas de
anfibio.
Para ello, comencé a
trabajar en once puntos de agua de Alcublas, dos de Sinarcas y cuatro de
Camporrobles. Sin la sequía extrema de este año, muy probablemente habrían sido
más.
No voy a explayarme mucho
en los datos y resultados que obtuve, pero sí en las cosas curiosas que observé
durante esos meses.
Empezaré hablando de
Alcublas. Todo aquel que siga de forma habitual este blog conocerá mínimamente Alcublas.
Y quien no, ya está tardando.
Las archiconocidas balsas
de la Pedrosa y Silvestre, ambas Reservas de Fauna Silvestre, siempre son
interesantes.
Iniciaré hablando de la
primera. Este año hemos podido observar, en lo que a anfibios se refiere, una
comunidad bastante variada.
La población más evidente
es la de rana común (Pelophylax perezi),
aunque no era difícil observar las puestas de gallipato (Pleurodeles waltl) y adultos saliendo a respirar.
Otras especies que se
observaron fueron sapo corredor (Epidalea
calamita), sapillo moteado (Pelodytes
punctatus) y sapo partero (Alytes
obstetricans). Sin embargo, cabe mencionar que por la descripción que me
dio un informante, como actuó el animal y enseñándole fotos, es posible que en
la zona se haya visto un sapo de espuelas (Pelobates
cultripes).
Esta Balsa es formidable.
Recoge casi todas las especies de anfibio de la comunidad. También alberga una
población grande de culebra viperina (Natrix
natrix), y no es raro encontrar eslizones (Chalcides bedriagai) o lagartijas colilargas (Psammodromus algirus).
Sin duda, la escena a destacar en esta balsa
fue ver cómo una culebra arrastraba hasta la orilla un adulto de gallipato, con
intenciones no muy amistosas, hasta mis pies. Por desgracia, un movimiento mío
asustó a la serpiente y huyeron. Tanto la serpiente, como el gallipato, aún vivo.
La comunidad de invertebrados es también increíble,
desde larvas de odonatos hasta ditiscídeos o heterópteros. La sorpresa que me
llevé fue encontrar un grillo topo (Gryllotalpa
grillotalpa).
Y en cuanto a aves, lo más
destacable que encontré fue arrendajos (Garrulus
glandarius) y chotacabras gris (Caprimilgus
europaeus) (este último solamente lo oí). No obstante, no todo son cosas
buenas… el problema de la enea (Typha
latifolia) persiste.
En la Balsa Silvestre, lo
primero que me llama la atención es que ni los gallipatos ni las ranas se han
reproducido este año. Además, el sustrato de la Balsa estaba negro, por la
acumulación de materia orgánica en descomposición. Creo que no le vendrá totalmente
mal quedarse seca este verano.
Solamente se reprodujeron,
muy tardíamente, los sapos corredores y los sapillos moteados. Sin embargo,
bajo una piedra encontré un sapo común (Bufo
bufo) de tamaño considerable. En esta
balsa lo que hay es bastante variedad de macrófitos, pero destacan los
ranúnculos. Por desgracia, está empezando a ser colonizada por la enea. En
anteriores entradas se ha escrito acerca del peligro para la fauna que suponen
los efectos trampa. A pocos metros de esta balsa se encuentra uno. En dos
visitas, se rescataron 10 gallipatos y 4 ranas. Es necesaria una actuación
aquí.
Otras cosas a destacar
observadas en Alcublas, o bien por su escasez o bien porque personalmente me
gustan, fueron un enorme lagarto ocelado (Timon
lepidus) cruzando la carretera de altura, una bandada de 9 buitres leonados
(Gyps fulvus) cerca de la Solana, un
aguilucho cenizo (Circus pygargus) en
las Lomas, una perdiz roja (Alectoris
rufa) con más de treinta pollos (aquí no diré dónde) y un par de corzos (Capreolus capreolus) (aquí tampoco diré
dónde). A los Triops les sigue yendo
bien.
Si has leído hasta aquí,
probablemente no te importe seguir leyendo aburridos nombres científicos,
porque aquí llega la zona cerealista de la comarca de Requena-Utiel.
Primero comenzaré por
Sinarcas, con los que para mí eran el navajo pequeño y el navajo profundo. Más
tarde, les puse el nombre de Lavajo del Jaral y Lavajo del Tío Bernardo,
respectivamente. Como se secó, empezaré por el pequeño. Poca cosa. Mucho viento
y mucho frío.
Pero a destacar un bicho
enorme que pillé. Al ver lo que abultaba el salabre, pensé que era un gallipato
obeso. Menuda alegría me llevé al comprobar que era un sapo de espuelas adulto.
Por lo demás, solo
destacaba la comunidad de invertebrados, con mucha diversidad de larvas de
odonato.
Cabe mencionar que los
aportes de este lavajo están muy mal. La enorme cantidad de agua que podría
recibir este lavajo no le llega debido a que, para evitar que le llegue agua
salada en invierno, por el uso de sal para evitar el hielo, el agua está
canalizada e dirección contraria. Una solución un tanto ambigua, la verdad.
En el lavajo profundo hay
mucho de lo que hablar. En primer lugar, alberga todas las especies de la
comunidad salvo el sapillo pintojo (Discoglossus
jeanneae).
Algo menos de la mitad de
la orilla de la balsa está cubierta por cañizo, así que supone un refugio ideal
para la fauna acuática. La comunidad de invertebrados es riquísima.
Especial atención me
produjo un heteróptero de la familia de los escorpiones de agua, Ranatra linearis. Este insecto parece un
bicho palo acuático con garras de mantis religiosa y un tubo en el final del
abdomen para respirar.
Aquí dos escenas merecen
especial mención. Por un lado, dos culebras viperinas peleando por una larva
enorme de sapo de espuelas. Por otro lado, un día se me ocurrió mirar el cielo,
y maravillado quedé por lo que vi. Al mismo tiempo, en el cielo, tres buitres
leonados, un alimoche (Neophron
percnopterus), un águila culebrera (Circaetus
gallicus) y un águila real (Aquila
chrysaetos).
Para finalizar, hablaré un
poco de Camporrobles. David Candel puede escribir mejor sobre esta zona que yo,
pero contaré mi experiencia.
En primer lugar, en este
lugar es muchísimo más abundante que en Alcublas el lagarto ocelado. Llegué a
ver uno bastante grande, atropellado. Otro, juvenil, lo encontré dos veces. Las
dos veces huyó de mí metiéndose en el agua. No soy experto en reptiles, no sé si
este comportamiento es normal. Pero me llamó mucho la atención.
Camporrobles es un lugar
poco prospectado. Hablando con gente de la zona, al parecer, he encontrado
especies que hacía mucho que no se encontraban, o que no se habían encontrado
antes, véase el sapo de espuelas y el sapo partero.
Solo muestreaba en sitios
con gallipatos, y me llamó poderosamente la atención no encontrar ranas, puesto
que son especies que en Alcublas suelen aparecer asociadas.
Finalmente,
terminaré de hablar de Camporrobles con dos observaciones, una buena y una mala.
Tristemente, la carretera de Camporrobles a Utiel fue el escenario donde murió
una gineta (Genetta genetta).
Por otro lado, en el cielo
de esa carretera pueden observarse cosas impresionantes. Buitres, águilas,
milanos negros (Milvus migrans) y
reales (Milvus milvus) en migración e
incluso un águila perdicera (Aquila
fasciata).
Para terminar este
insufrible sermón, puedo decir que sí, el gallipato es clave en las poblaciones
de larvas de anfibio. Su conservación, como la de todos los seres vivos, es importante.
Pero además, es un elemento que contribuye a estructurar comunidades
interesantísimas, que valen la pena sentarse un rato en una piedra, a mirarlas, a pensar.
Ángel Galvez.
Imágenes: Ángel Galvez y
Rafa Casaña.