Bien, hacía tiempo que no
subía al pueblo y tenía la excusa de hacerlo con la excusa de las últimas lluvias
y las presiones de Mireia, una vieja amiga con ganas de aprender y conocer la
naturaleza que nos rodea, el día amaneció esplendido así que madrugamos para
desayunar, planeamos la salida y nos pusimos en marcha.
La primera parada fue en
la Balsa Calzón, tenía bastante agua y había muchas algas pero al parecer los
anfibios no la aprovecharon para desovar, tal vez lo hagan de ahora en
adelante.
Llegamos a la Balsa
Silvestre, allí fue donde Mireia conoció por primera vez al gallipato científicamente
hablando y no metafóricamente, pues a si me apodo yo.
Las ranas croaban en la orilla
y la balsa estaba hermosa, a rebosar de agua y vegetación. Nos fuimos de allí,
yo contento de dar a conocer a mi amigo el gallipato y Mireia contenta de
conocerlo, sospecho que no será la última vez que se vean las caras.
Partimos hacía la Balsilla
para almorzar, también caudalosa, en los alrededores de la misma sorprendo a un
pequeño sapillo moteado, aprovecho para hablar de él y su curioso sobrenombre “ranita
perejil”, una especie más que añadir al inventario de aquella mañana.
Más tarde nos dirigimos al
Prao, sin embargo allí, el agua ya se había convertido en un recurso escaso y
eran pocos los charcos que yacían casi secos en su tierra, me sorprendió ver
tantos triops juntos, lleva unos 220 millones de años habitando la tierra,
cuanto menos curioso.
En dicho paraje pudimos
observar dos especies, el sapo corredor y el sapo partero común, ambos indispensables
para finalizar con éxito nuestro paso por Alcublas.
Antes de marchar decidimos
parar en unas fuentes que hay en las afueras del pueblo, allí le mostré a Mireia
como identificar puestas de sapo corredor, pues al parecer, se habían dedicado
tiempo atrás a hacer de las suyas y habían renacuajos de los mismos en los
charcos de los alrededores, rescatamos los que pudimos, aunque somos
conscientes de que muchos sucumbirán, así como más de una puesta, los charcos
son efímeros.
No obstante nos alegra
saber que gracias a una rudimentaria rampa de madera que algún buen vecino
construyó algunos ejemplares depositaron sus puestas en el interior de la
fuente y salieron de ella con vida, además, pudimos ver una pareja de los
mismos, que depositamos en el agua con el fin de que no se echen a perder más
puestas.
Con ganas de mas, como es
costumbre, hacemos una pequeña pausa en Llíria, allí pudimos anotar tres
especies más, esta vez, de reptiles, la salamanquesa común, la salamanquesa
rosada y la culebra viperina, esta última minúscula.
Volveremos, con la misma
ilusión y las mismas ganas de aprender y compartir, y como no, disfrutando de
la naturaleza, culpable de que esto sea posible.
Saludos.
David Candel Arbó: Fotos y
texto
Rafa Casaña: Maquetación.