Esta mañana abrí el correo
y nuestro buen amigo Luis Miguel Ortolá, nos informaba que en el Navajo de
Yuste, había visto que estaba secándose a marchas forzadas y que en su escasa
agua había muchos renacuajos y ninfas de Libélula.
No teniendo en ese momento
los útiles necesarios, me lo hacía saber por si podíamos sacarlos de su
encierro, lo cual hice con toda la celeridad que pude.
No conocía su existencia,
pues no se encuentra dentro de nuestro término, se lo indico a nuestro amigo e
inmediatamente me envía un correo con un enlace de la situación del mismo.
Parto hacia el trabajo de
sacar a los anfibios y libélulas de una muerte segura, pues al llegar observo
que prácticamente no había agua en su interior.
Observe como algunas ninfas
de libélulas huían pues ya no podían permanecer en su interior.
Era desolador ver como parecía
que hervían sus aguas debido al movimiento desesperado de sus habitantes.
Recupere todos los que
pude y los deposite en contenedores seguros para su transporte a otras
ubicaciones, en las que podían prolongar su existencia.
La sequía los había
abocado a una muerte segura.
Debido a que en nuestras
balsas no queda ni gota de agua, el emplazamiento que mejor pude encontrar son
los abrevaderos para el ganado que si la poseen.
Dado el carácter depredador
de las ninfas de libélula, procedí a depositar en un lugar diferente a los renacuajos.
Creo que conté unas 40 ninfas
y unos 35 renacuajos, debido a la premura no los clasifique, tarea que pospongo
para más tarde.
No soy muy partidario de
estas acciones, pero las circunstancias extraordinarias de este año, me hacen
adoptar estas medidas.
Agradecer a Luis Miguel
Ortolá la información facilitada, que me ha permitido recuperar a estos
habitantes.
J. R. Casaña