Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

viernes, 20 de julio de 2018

Los gallipatos no nos recibieron 18/07/18



Hacía tiempo que no subía a Alcublas, esta vez, Rafa y yo aprovechamos nuestra quedada para visitar el pueblo y revisar algunas de sus balsas, sobretodo, las del norte del término.


Visitamos los navajos, entre ellos el de las Cañadillas, en el cual Rafa avistó larvas de bufonido hace relativamente poco de los cuales no quedaba ni rastro, tenía agua, eso sí, pues al parecer, los cazadores habían llenado algunos de ellos, aunque debido a la escasez de precipitaciones, carecían de vida.










También visitamos el de la Casica vieja, Chupidilla, de la Caña los Charcos y el de Puerta, todos ellos, sin vida anfibia. Una pena la verdad.

De las balsas más carismáticas visitamos la Mina, seca, muy seca, como de costumbre, también la Silvestre, que como la Pedrosa, tenía poca agua y mucha enea, las ranas se asoleaban en la orilla y en ambas pudimos ver larvas, juveniles y adultos. Al parecer, estas si han tenido suerte este año.



Nos alegramos al ver que han puesto un observatorio de aves en la Balsa Silvestre, aunque no tanto sobre el hecho de que hayan tirado al suelo el cartel de reserva de fauna silvestre...

La gran sorpresa fue la Balsilla, debido a los problemas de captación de agua que tenía decidieron hacer algo al respecto, ya que es un punto emblemático del pueblo, apreciado tanto por lo del pueblo como por los naturalistas, por haber sido siempre un importante punto de cría para varios anfibios de la zona, como el sapo corredor y el gallipato. 


Durante un tiempo ha estado completamente seca debido a la pérdida de agua, las obras la hacen lucir muy bien, contiene agua muy cristalina y vegetación acuática en el fondo, sin embargo no pudimos ver ni puestas ni larvas de ningún anfibio, y mucho menos, adultos.


 Lo que sí que vimos fueron dos culebras viperinas o culebras de agua, que nadaban a sus anchas, rastreando el fondo en busca de alimento y saliendo a flote de vez en cuando.

En el abrevadero que hay junto a ella habían larvas de sapo partero, aunque había muy poca agua, su futuro es incierto.



No nos fuimos sin visitar el Prao, está declarada Reserva de Fauna, aunque su paisaje parecía más bien estepario, una lástima.

La visita a la Balsa de la Pedrosa, tampoco fue mucho mejor, ni rastro de gallipatos, solo alguna rana y algunas libélulas.



De camino a casa nos lamentamos por no haber visto gallipato, tampoco ningún sapo, ni siquiera un resquicio de vida, la situación actual en términos generales es desfavorable, preocupante.

Esperemos que vengan pronto las lluvias estivales y equilibren un poco la balanza, los anfibios lo necesitan, el agua es un bien imprescindible.

No obstante pudimos ver varios muros donde cría el abejaruco en Llíria, y también pudimos ver un picapinos, un curioso ave de color verde que nos alegró el regreso a la ciudad.

Volveremos, con la esperanza de que todo mejoré, al fin y al cabo, la esperanza es lo último que se pierde.


David Candel Arbó.