Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

martes, 15 de marzo de 2011

Un nuevo relato de José Luís Sanmiguel sobre el amor en las charcas

Este relato es la continuación del publicado el pasado día 10 de Febrero, si no lo leiste puedes hacerlo ahora en:
http://gallipatoalcublano.blogspot.com/2011/02/amor-en-la-charca.html


Continuación de los visitantes
Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.
Salí de mi habitáculo y eché una mirada a mí alrededor. Quedé satisfecha con lo que veía. La balsa esta llena de agua de buena calidad. 

Alimento no falta, a pesar de la gran cantidad de miembros de nuestra
colonia. Las lluvias han sido abundantes.

Me dije con satisfacción.

Pero, no ocurre siempre así. Los años que la lluvia escasea todo se complica en gran manera. Y entonces todo cambia de forma distinta. La convivencia se hace muchas veces bastante difícil cuando la comida menudea. Lo más desagradable es que cuando no hay suficiente alimento y la necesidad acucia ocurren casos de canibalismo. Y esto no le gusta a nadie. 

-Te encuentro muy pensativa, ¿te pasa algo?

Me dijo intrigada y un poco sorprendida mi amiga interrumpiendo mis reflexiones a la vez que me causó un pequeño susto. Ella sabía de mí alegría y entusiasmo casi permanente.

 
Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.
Le conteste que no, que no me pasaba nada. Que solamente me dejaba llevar por mis pensamientos y estos no siempre son alegres y positivos. Que el pensamiento no cesa de dar vueltas a las cosas. Y en estos momentos tenía pensamientos positivos y otros no tanto.

Y le dije:

-Estaba mirando y observando la abundante cantidad de vida, de alegría, entusiasmo y de buen comportamiento de nuestra comunidad y esto da satisfacción. 

¿No lo ves tú de igual manera? Le pregunté a sabiendas de que pensaba
igual que yo.

-Pero ya sabes qué, por desgracia no es siempre así.

Mi amiga, -la que prefería los de cola larga,- me miro y comprendió lo que decía. Ella no era ajena como todos, a las vicisitudes de nuestra forma de vivir.

- No nos pongamos trascendentes.


Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.
Me dijo cambiando el semblante y el tono dando un nuevo cariz a nuestro encuentro y conversación. Y siguió diciendo;

-Estos días me he dado unas vueltas por la balsa y he podido comprobar con alegría lo que me estas comentando. Sabes…, que he visto bastantes de cola larga. No fueron estériles nuestras correrías por las noches teniendo paciencia hasta conseguir lo que queríamos. 

Nos miramos con complicidad y reímos al recordar anécdotas y situaciones de nuestras picardías, acorde con los tiempos todavía no olvidados. 

Que bien lo pasábamos.

En ese instante me acordé de su predilección por los que tienen
la cola larga. Y le dije; 

-Oye, puedo preguntarte por qué tu preferencia por los de la cola larga.

Me miró sorprendida. Comprobé que había cambiado su semblante y no supe como interpretar su gesto. 

Era, una mezcla de ironía, de placidez y también de cierta incomodidad, a la vez que tenía una sonrisa bastante enigmática. Me recordó a la Mona Lisa.

Tardó en responder y cuando lo hizo miró lejos y dijo de una forma un poco misteriosa; 

-Un día te lo diré. 

Creía qué por fin, sabría el motivo de esa preferencia tan peculiar, pero, tal y como trascurría la conversación me dije que tendría que esperar. Si no quiere decirlo tendrá sus motivos. Siempre respeto las interioridades
de mis amistades. Si no lo dice por algo es y hay que respetar su decisión. Ella conmigo también es respetuosa. Como debe ser en una buena amistad. Cuando uno quiere contar algo lo cuenta y no tienes que preguntar. La discreción forma parte de la buena educación. Giró un poco a su derecha y dijo con alegría:


Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.
-Mira, allí, al fondo. Lo dijo con cierta premura, como queriendo pasar pagina.

Miré donde me indicaba y luego la miré a ella para comprender lo que quería decirme.

Sonrió con satisfacción y al ver que no captaba el sentido de lo que quería decirme dijo;

-Fíjate bien en aquel grupo, los del fondo. Dime que observas.

Miré con atención. Vi un numeroso grupo de jóvenes Gallipatos, que se movían con desenvoltura y desparpajo pero…, no vi nada en particular.

-¿Que pasa? Que tengo que ver. Le dije sorprendida.
 
Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.
Me miró sonriendo y dijo;

-¿No ves nada que te llame la atención?

-Miré otra vez. Fue entonces cuando vi a lo que se refería. Por eso tenía gesto de satisfacción. El grupo del fondo donde mirábamos, casi la totalidad de los muchos que había tenían la cola más larga que el resto de los moradores de nuestro recinto. Entonces comprendí lo que quería indicarme.

    -¿No ves también aquel Gallipato adulto, que se mueve alrededor del grupo, lo orgulloso que mueve su larga cola sin perderles de vista? ¡Pues…, ya sabes quien es! No pudimos evitar de soltar la carcajada.
    En ese mismo momento la balsa se estremeció y cundió la alarma. Oímos unas esquilas y mucho ruido de patadas pisando fuerte el suelo con prisa.
    Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.
    Se acercaba un rebaño de corderos y algún asno. También vimos como el Gallipato adulto hizo una rápida incursión alrededor del grupo de jóvenes y estos como obedeciendo a una orden desaparecieron buscando sus refugios en el fondo de la balsa, para asegurar no tener algún percance desagradable .Al mismo tiempo que insinuaban sus costillas en señal de alerta.
    Nosotras también corrimos a refugiarnos en el fondo, en nuestro común refugio. A pesar del susto también tuvimos una agradable alegría. El Gallipato orgulloso que movía la cola -el de la cola larga- estaba allí haciendo guardia para protegernos.
    José L. Sanmiguel.