Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

domingo, 24 de julio de 2011

El Cernícalo

Una mañana temprano con un Sol todavía sin aparecer, salí al campo a dar un largo paseo y ver salir el Sol. Siempre me parece un bonito espectáculo. Si además añadimos alguna coincidencia todavía es más atractivo. Un amanecer brumoso, ventoso, o con lluvia y claros.
Estaba feliz. Contento. Teniendo en cuenta la pereza del "madrugón". Nunca me arrepiento después de hacerlo. Y me digo, merecía la pena. También pensaba en la lucha que tengo conmigo cuando lo hago. Reconozco que soy un perezoso.
Mi intención era dirigirme a lo alto de un montículo, no era la primera vez que lo hacia, sabía qué desde allí podía obtener alguna bonita fotografía Llevaba mi cámara para no perder cualquier ocasión que se presentara, pues nunca se sabe con lo que te puedes encontrar y además por costumbre.
Llegué con antelación a la salida del Sol. De no ser así, no tenía sentido la temprana hora. Este nuevo día tenía ciertos alicientes. La noche anterior la lluvia hizo su presencia y el campo estaba lleno de mil gotas de agua, que me hacia intuir mil y un reflejo de muchos colores. Me sentía a gusto y esperanzado.
La zona era bastante boscosa y a medida que avanzaba el amanecer también aumentaba infinidad de murmullos de los diferentes cantos y sonidos de la heterogénea fauna que por allí habitaba. “Desenvainé” la cámara de fotos y me puse en estado de alerta, por si acaso se presentaba la ocasión de sacar alguna foto que la ocasión mereciera.
Aceleré un poco el paso para llegar lo antes posible a lo más alto, con la intención de dominar mejor el pretendido resurgir del astro Rey, en el que había puesto mis ilusiones.
No había alcanzado la cumbre cuando al borde de un Romero muy frondoso, salió como una exhalación una liebre de considerable tamaño, con el correspondiente sobresalto.
Casi me “atropella.” Pasó tan cerca de mis piernas, que me pareció más grande de lo que realmente era. Tan rápido sucedió, qué solo pude ver como se alejaba, a le vez, que me preguntaba para que había “desenvainado” la cámara. Pero aquella foto era imposible. Demasiado rápida su salida con el añadido susto que le debí proporcionar.

Seguí adelante con la intención de estar más alerta por si se producía otra ocasión. De entre unos pinos cercanos salió alborotada un Tortola con su característico aleteo. Me dije que mi presencia de momento solo producía sobresaltos a mí y a la fauna. También me dije que no era esa mi intención.
Por el sendero que transitaba y paralelamente, había un tendido eléctrico de alta tensión que me acompañaba todo el camino. Me llamó la atención el ruido que hacían los cables eléctricos debido a la humedad de la lluvia de la noche anterior. Era como un chisporroteo continuo, que me obligaba a mirar con recelo continuamente.


Llegué a lo más alto de mí elegido recorrido, satisfecho por haberlo conseguido con la suficiente antelación para disfrutar de ver el “espectáculo” de la salida del Sol, deseando que todos mis vaticinios se cumplieran.
Me subí a un enorme pedrusco de donde dominaba el horizonte y me senté con los pies colgando esperando los acontecimientos. Preparé la cámara y esperé.
La mañana era un poco brumosa pero con la suficiente claridad. Respire llenando todo lo que pude mis pulmones, y agudicé el oído, sintiendo un agradable placer al percibir tantos sonidos en un agradable desconcierto de la diferente fauna y de tantos aromas alimentados por la lluvia y la humedad reinante. Cerré los ojos para apreciar y retener ese momento.
En el instante álgido de estos sentimientos me sobresaltó un agudo chillido seguido de un ruido como algo que chocaba con violencia contra el suelo. Y me dije vaya mañana de sorpresas. Busque el motivo, pero no se oía nada. Todo era silencio. No había cantos, ni murmullos, ni aleteos. Hera… como si de repente se hubieran marchado toda la fauna.


Quedé como aturdido. De tan repentino silencio. Un instante después oí un aleteo detrás del pedrusco donde esteba subido y me dirigí allí todo lo rápido que pude. Al bordear la piedra me encontré a un Cernícalo intentando volar sin conseguirlo. Me acerqué con delicadeza comprobando que estaba herido sin saber que era lo que le sucedía. Lo cogí para examinarlo y comprobé que tenía un ala rota. Sentí gran pesar.
Me miraba muy asustado. No se movió. Tal vez creía que era yo el causante de su desgracia y mis falsas suposiciones aumentaron mi mal estar. Lo metí con cuidado en la mochila de la cámara y decidí regresar todo lo rápido que pude a mi casa.
Me puse en contacto con mi amigo Manolo Ambou y ambos lo llevamos al centro de rehabilitación del Saler. Lo dejamos para que intentaran salvarlo. Pero al día siguiente llamaron por teléfono para decirme que estaba electrocutado y lo habían sacrificado para evitarle sufrimiento. Pues no tenía solución. No solo tenía el ala rota. Pero por lo menos, lo habíamos intentado.


José L. Sanmiguel.

¿ QUE HACER CON UN ANIMAL ENFERMO O HERIDO ?
Si encuentra un animal silvestre herido, enfermo o incapacitado para moverse, notifíquelo lo antes posible a la Conselleria de Medio Ambiente, llamando al teléfono 96 161 08 47
Maneje con cuidado al animal, teniendo precaución con las garras y el pico o la boca.
Si se trata de un ave, transpórtela utilizando una caja de cartón suficientemente grande, pero nunca una jaula ni otro recipiente con tela metálica donde pueda dañarse el pico o estropearse las plumas.
No intente curar las heridas
Si es necesario retener el animal algún tiempo, procure alojarlo en un lugar oscuro y tranquilo.
Anote, siempre que sea posible, todos los datos referentes al lugar, día de recogida y toda la información sobre las causas de su herida o enfermedad.
EL CENTRO DE PROTECCIÓN Y ESTUDIOS DEL MEDIO NATURAL
Avenida de los Pinares, 106
46012 El Saler (Valencia)
Teléfono: 96 161 08 47
Fax: 96 161 03 00
e.mail : centro.granja@cma.m400.gva.es


4 comentarios:

  1. Muchas gracias por darnos los datos donde podemos llevar a los animales heridos.
    Excelente artículo me ha gustado mucho.

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  2. Estupendo artículo muy bien hecho.

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  3. Felicidades por la actitud, lo que importa es el gesto, pase lo que pase después. Esos pequeños detalles nos transforman a nivel personal, y así es como luego somos capaces de esparcir la semilla del respeto a la naturaleza.

    Un saludo.

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