Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

jueves, 10 de febrero de 2011

Amor en la charca

Los visitantes



-¡Oye, mira cuantos vienen! Le dije a mi amiga con alegría y entusiasmo.

-¿No les veo, donde están?

Me respondió un tanto alborozada.

-Están entrando en la charca. Mira allí. A tú derecha. Junto a los Carrizos.

-El otro día oí que vendrían. Como era de esperar. Le dije.


- Se termina agosto y ya sabes la que se organiza en septiembre todos los años. Y este año vendrán más. Ha llovido mucho.

- ¡Ya era hora! Me contestó.

Veíamos como se aposentaban con satisfacción. Eran buenos pronósticos. Los últimos años con la escasez de lluvias la colonia se había reducido demasiado. Casi estábamos al borde de la extinción. Este año recuperaremos la insuficiencia de estos tiempos atrás.

-Por qué no nos acercamos y saludamos a nuestros nuevos visitantes y posiblemente… algo más. Le dije con ironía.

Me miró y con una picara sonrisa y dijo:

-Tenemos que conseguir que sea algo más que una mera visita. Ya es hora que en esta balsa sucedan cosas que nunca deberían dejar de pasar. Desgraciadamente no siempre es posible. Ya lo sé. Pero hay que aprovechar las ocasiones cuando se presentan. Y esta es una de ellas. Tengo ganas de formar una familia.

Nos miramos con complicidad y nos acercamos a los nuevos visitantes dispuestas a todo.


Quedamos sorprendidas de la cantidad de que seguían entrado en nuestro recinto. Había una gran variedad. Pequeños. Grandes. Medianos. Jóvenes, menos jóvenes. Con colas de diferentes tamaños. Que movían con desenvoltura que tanto nos gustaba. Sus dimensiones eran entre 150 y 300mm, lo que proporcionaba una variedad de tamaños para todos los gustos.

Yo sabía que a mi amiga le gustaban los de cola larga. No sabía por qué. Un día le preguntaré.

Mi amiga era muy impulsiva y se me adelantó. Pero no me dejó atrás. Yo también deseaba formar una familia.

El resto de la colonia al oírnos y ver nuestras intenciones se sumaron al recibimiento de los visitantes con gran algarabía. Al ver que nos acercábamos con tanto ímpetu se alarmaron y nos descubrieron sus costillas para indicar que tuviéramos cuidado con lo que hacíamos.



Pero pronto se dieron cuenta de qué nuestro precipitado acercamiento no tenía nada de agresividad. Sino todo lo contrario.

Retiraron sus estigmas de defensa y mostraron su empatía. En un momento nos encontramos todos juntos con alboroto y confusión. Que satisfacción sentíamos al comprobar el número tan elevado de nuevos moradores. Había tanto donde elegir. Miré a mi amiga y la vi sonreír de felicidad. Emocionada. Tenía en sus pequeños ojos un brillo que la delataba.

Yo también era feliz. Era el comienzo de iniciar nuestras pretensiones y de asegurar nuestra permanencia.

Fueron momentos de júbilo y acercamiento. Momentos de ilusión y esperanza tanto tiempo deseados.

Pasaron los primeros días y todo eran risas, bromas y buenos pareceres. Luego, las cosas se fueron situando en sus justos términos. Cada uno y cada una fueron buscando lo que le interesaba según su criterio y apetencias.

Nosotras seguíamos juntas. Creíamos que era la mejor forma de conseguir nuestras intenciones.

Nuestros pretendientes, empezaron a mostrar sus atributos como era de esperar. Su aleta caudal se hizo más pronunciada, más insinuante. En los antebrazos se empezó a ver unas manchas oscuras en forma de almohadillas y más adelante también es posible aparecieran en la palma de sus manos delanteras. Los brazos delanteros se les arqueaban para asirse mejor a sus parejas. Todo esto era un conjunto de cosas que se repetían cada vez, pero siempre nos agradaba verlas. También comprobábamos que sus figuras eran más estilizadas. Lo que nos encantaba a todas. Es como demuestran nuestros pretendientes su celo y virilidad. Se avecinaba el gran acontecimiento. Solo nos falta que lleguen de nuevo las lluvias.

Mi amiga estaba inquieta y un tanto nerviosa. No lo podía disimular. Pero nada nuevo. Le pasaba siempre. Yo intentaba tranquilizarla, lo que me servía para disimular también mi nerviosismo.

Por las noches salíamos de la balsa y dábamos largos paseos, para ver al “personal” y para que nos vieran. Era la “técnica” que utilizábamos todos. A si podíamos elegir mejor.
Llegó mediado de septiembre y lo que tenía que suceder sucedió. Todo el mundo se fue acoplando para asegurar la continuación de nuestra especie. El tiempo nos respetó y las deseadas lluvias aparecieron puntualmente El nivel del agua que teníamos no era suficiente.

Después de algún “coqueteo” que otro encontramos a nuestra pareja. Mi amiga no paró hasta encontrar el de la cola más larga. Como siempre. También yo encontré al qué más me gustaba. Después de un corto noviazgo nos entregamos en cuerpo y alma. Y abrazadas a nuestra respectiva pareja recibimos el tan deseado premio.

Luego esperar el tiempo necesario. Ese tiempo cargado de esperanza que coincide con la llegada de enero y febrero, y recoger el fruto, para asegurar que nuestros descendientes sigan nuestros pasos y alejar la sombra de nuestra extinción. Esta vez fueron miles de futuros residentes. El tiempo nos fue benigno.

Y rogar a seres superiores y a la naturaleza, respeten nuestros lugares, necesidades y costumbres.

José L. Sanmiguel *

* José Luís es un nuevo colaborador del GALLIPATO ALCUBLANO, al que felicitamos por este  magnífico relato.





Jose Luis: me ha encantado esta fábula, tu interesante punto de vista en la descripción de la vida en esta especie de reptiles tan poco conocidos. Está muy simpática.
Un abrazo.




Miguel dijo...










Como diría un chaval de hoy, “muy guay”. Con estos artículos al final nos enganchareis en vuestro empeño por cuidar el gallipato




Amor en la charca dijo...










Me ha encantado este relato de vuestro nuevo colaborador.




Ranueco dijo...










Has conseguido lo inimaginable, un relato erótico sobre gallipatos, increíble.
Enhorabuena a J.L. Sanmiguel por este relato y a Gallipato Alcublano por ir incorporando importantes colaboradors.




Soliman dijo...










Que agradable y entrañable relato, con su pizca de sensualidad. Me gusta, sigue colaborando, que es un placer, en esta segunda colaboación, leerte.

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