Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

domingo, 15 de enero de 2012

La Fauna.

¡La situación se hace insostenible, es urgente encontrar una solución lo antes   posible!  Es lo que oigo decir de mis congeneres por todas partes.
Hoy mismo tenemos una reunión con carácter de urgencia para una asamblea extraordinaria, a la cual, se pide la máxima asistencia. Hora a la salida del Sol.
Con tiempo suficiente llegué al lugar de la asamblea. Se recomendó puntualidad. Llegábamos de todas partes. La asistencia sería masiva. El motivo no era para menos.
En pocos minutos, pues, la puntualidad es una de nuestras virtudes, ya estábamos todos colocados donde a cada uno le pareció mejor. Deseando con esperanza el nuevo día. En un desconcierto organizado. Sitio había para todos.
Yo elegí la primera fila. Me subí en una piedra para ver mejor. Mi pequeño tamaño no me permitía estar alejada. Desde el lugar donde me encontraba veía perfectamente a los dirigentes de la asamblea. Los cuales expondrían la situación.


En una rama que salía a nivel del suelo de un viejo pino. Cuya forma en semicírculo un tanto abierto para volver a caer al suelo donde se apoyaba, estaban nuestros representantes.  Los cuales iban a dirigir la asamblea que se presagiaba densa y emotiva.
En el centro de esa rama se encontraba el Águila Real.
Presidía la reunión con su majestuosa figura. Un ejemplar “casi único” al borde de la extinción.
Impresionaba por su porte y la sobriedad con que se erguía. Lo controlaba todo con su aguda mirada y fino oído.
¡Pero que horror! No me había dado cuenta, le falta una pata. Que desgracia. Ni al Águila Real se le respeta.


A su derecha se encontraban los representantes de pluma. El más próximo era el Búho, le seguía el Alcon, que intentaba con sutiles gestos indicar a algún despistado donde el creía debía situarse. Sin mucho existo por cierto.
A continuación la Lechuza que, con sus grandes ojos no perdía detalle. Seguidamente el Mochuelo, su primo hermano. Y después la Perdiz, la Tortola, el Tordo, y un poco separadas toda una serie de aves y avecillas, como Mirlos, Pardillos, Gorriones, Verderones etc. etec. Todo al final de una rama que sobre salía del suelo.
A su izquierda se situaban los representantes de pelo.
La más próxima al Águila Real estaba mi hermana la Liebre. Erguida también, sobre sus patas traseras. Con sus orejas dirigidas a la concurrencia para oírlo todo. Al verme, me saludó con un gesto de gran preocupación.
A su lado, estaba nuestro primo hermano el Conejo. El más afectado. Además, de las lesiones físicas todos están enfermos.
A continuación la Zorra. Tan delgada como siempre. Le seguía la Ardilla. Muy inquieta. Esta vez más si cabe. El Lobo, y finalmente el Jabalí. Con cara de mal Humor y mucho sueño. Después de sus correrías de la noche tenia que ocupar un lugar en la presidencia.
Todos ellos representaban a los más veteranos, aquellos, que con mucha suerte y saber hacer consiguen sobre vivir a las terrible circunstancias del día a día. Soportando la falta de sensibilidad de muchas personas con respecto a nuestra situación. Todas mostraban terribles deficiencias físicas.
El Águila Real lanzo unos de sus mejores chillidos y batiendo con vigor sus majestuosas y largas alas para llamar la atención a todos los asistentes, e indicó que deberían guardar silencio.


A pesar del gran alboroto que reinaba, unos gruñían, otros chillaban, otros murmuraban y no se de cuantas formas más. Al instante se hizo un silencio sepulcral. Al Águila Real se le tiene un gran respeto.
Con gesto de autoridad nuestro principal representante empezó diciendo con potente voz y gran preocupación;
¿Por que tenemos esta terrible situación? Hay muchas y variadas razones. Se contesto a si misma. Y prosiguió diciendo;
Para mi, la más importante es la falta de sensibilidad de la sociedad para con la naturaleza. Parece que de la cual no formamos parte nosotros. Dijo con pesar. A muchos esto les importa un comino. Más bien todo lo contrario.
Y además, de la falta de sensibilidad también hay intereses personales. Nadie ignora la industria de las armas. Como si ni se pudieran hacer mejores cosas. Dijo con entonación soñadora.
Como es sabido, cuando las armas están por el medio, todo termina mal. Nosotros no íbamos a ser una excepción. También la poca sensibilidad de nuestros perseguidores. Qué, nos acosan sin piedad, como si fuéramos sus mortales enemigos.



Todos sabéis, lo importante que es para nosotros la época de reproducción, pues algunos, ni esos momentos nos respetan.
Por si fuera poco todo esto, de cada vez la lluvia escasea más y para poder encontrar un poco de agua tenemos que hacer interminables recorridos.
Y lo que raya lo intolerable es qué en la segunda cadena de televisión hagan reportajes para mejorar la técnica de nuestro exterminio. 



El Águila Real hizo reproches, surgencias, y proposiciones cada vez más exaltada, tratando de encontrar remedio para nuestra situación y problemas.
Hizo una pausa y con gesto indignado dijo;
Su MAJESTAD el REY, también caza. Y muchos de nuestros representantes políticos. Les hará falta para comer. Dijo con rabia.


Sin darme cuenta, había pasado más de una hora desde que empezó hablar nuestro principal representante. Me volví hacia atrás para mirar a los demás y quedé estupefacta.
¡Casi no quedaba nadie! Bajé de donde estaba y pregunté a un Jabalí que pasaba cojeando por mi lado.
¿Qué pasa, por qué os vais? Le dije sorprendida. Me miró con cara de malos amigos y me dijo;
¡Parece mentira que preguntes eso, tú, que tienes un pata rota y “tres docenas” de perdigones por todo tu cuerpo! ¿Cuántas veces nos hemos reunido para nada? Me dijo visiblemente indignado. No seas ingenua. ¿O, acaso creías que íbamos a solucionar algo?
Muy a pesar mío comprendí qué tenía mucha razón. Recordé sin pode evitarlo el día de mi desgraciada experiencia con aquellos cazadores. Aquel día, que me encontraba correteando y saltando tan feliz, Y cierto, no era la primera vez que nos reuníamos.
Y me sentí triste, my triste. Sentí impotencia y desolación. Me había dejado llevar por mis sentimientos condicionados por tanta necesidad de vivir en paz. No hacemos mal a nadie. Me dije emocionada.
Posiblemente nunca lo conseguiremos. ¡Terminarán antes con todos nosotros!

                                                                    José L. Sanmiguel.

5 comentarios:

  1. Yo nunca me pienso rendir. El hombre tiene una misión y es la de proteger el medio ambiente de sí mismo. Los animales no son nuestras víctimas, ni deben serlo de los cazadores, con la excusa en boca de "controlar poblaciones".
    Saludos, Gallipato!! a seguir luchando!

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    1. Se echa de menos esa opinión, lastima que no sea más general y los propios cazadores y todos los demás se sensibilizaran al respecto. Siendo menos agresivos y más respetuosos con nuestro y único medio ambiente.
      No te rindas nunca Guillermo.

      Sanmiguel.

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  2. Si los animales llegan a eso, que no les pasara a los civilizados humanos.

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  3. Hola Guillermos:
    Matamos por matar, no para resolver nuestras necesidades vitales, salvo que una de ellas sea llenar ese enorme congelador con nuestro expolio sobre la fauna, sin necesidad alguna, solo por diversión.
    Muchas veces, ni siquiera cobramos las presas abatidas, si no fuera para presumir con nuestros conocidos en el almuerzo de rigor.
    Tantos millones de años para disponer de un cerebro y muchos de nosotros somos incapaces de usarlo para razonar. Somos incapaces de respetar nuestro entorno natural, donde vivimos.
    Que pena ¿No?

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