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miércoles, 12 de marzo de 2014

La Abubilla (Upupa epops) Linnaeus, 1758 AVES DE NUESTRO ENTORNO (III)



La abubilla (Upupa epops), es una ave coraciforme de la familia de Upupidae, es del mismo orden que las carrascas, martines pescadores y abejarucos, ave diurna de hábitos solitarios, territorial y antes migratoria.

Se distribuye por Europa, Asia y África, exceptuando Madagascar, que tienen una autóctona, Upupa marginata.

Habita en regiones secas, en bosques claros, zonas de frutales y campos cultivados.

Miden entre 25 a 29 cm de largo, con una envergadura de alas entre 44 a 48 cm.

Tiene un olor peculiar y desagradable, aunque según nos informa Toni Polo es una creencia popular, pues él ha anillado decenas de ellas y jamás ha encontrado una que oliera mal, su forma de alimentarse es introduciendo su pico largo en tierra blanda o en excrementos de animales donde busca insectos y larvas y es un depredador natural de la procesionaria del pino.





La abubilla es un ave muy conocida en nuestro territorio, tanto por los contrastados  y vivos colores de su plumaje como por la espectacular cresta que a veces se digna a compartir con nosotros.


  En la actualidad, esta ave la podemos ver durante todo el año entre nosotros, mientras que antes, cuando llegaba el invierno, emigraban a África.  Los inviernos tan suaves de los últimos años probablemente hayan contribuido a este comportamiento.


Las abubillas suelen hacer su nido en huecos de árboles o construcciones (aunque yo he visto un nido debajo de unas piedras en una zona de llanos sin arboles).


Actualmente, en nuestra zona, el cambio de cultivos de secano (algarrobo, vid) por cultivos de regadío ha contribuido, por una parte, a que sean raras de ver, al tener más dificultades para encontrar huecos donde instalar sus nidos; y por otra, a la hora de encontrar alimento, al usarse en los cultivos de regadío grandes  cantidades de insecticidas.


  Una característica que tienen casi todas las aves, y que en esta especie he conseguido fotografiar, es la llamada glándula uropigial, que se encuentra, como podéis ver en la foto  al final de la espalda, encima de la cola, y que secreta un aceite que ellas usan para el acicalamiento, es decir, para la limpieza e impermeabilización del plumaje. SV.


Siempre me ha llamado la atención este pájaro, por su colorido y originalidad.


A pesar de tener un colorido variado (negro, gris, amarillo y blanco), cuando está posada en el suelo pasa bastante desapercibida.

Tiene un vuelo muy característico y parecido al de una mariposa por su ondulante aleteo. 

  
Marca su territorio con un sonido cuya onomatopeya sería algo tal que un   “pe-put, pe-put”. De ahí que en bastantes lugares valenciano parlantes le llamen Peput, Polput, Pulput o Apuput. 

También tiene una bonita cresta que de vez en cuando eriza, dando una vistosidad muy llamativa por su particular forma, cuando quiere marcar su territorio, cuando se alarma o cuando quiere llamar la atención. Esto son suposiciones mías porque en muchas ocasiones me he pasado algún tiempo observando su comportamiento.


Tiene un oído muy agudo y detecta el ruido que hacen las lombrices al deslizarse por el suelo y con su largo y curvado pico las  extrae del mismo, además de diferentes insectos, que son la base de su alimentación.


Anida en los algarrobos, en los huecos que tienen debido al paso del tiempo, y también en muros donde hay agujeros.

Durante el proceso de alimentación y hasta que les salen las definitivas plumas tienen el cuerpo cubierto con uno plumón blanco que parece de algodón.

Una característica muy peculiar que tiene el nido es el mal olor que desprende en su interior. Siempre he oído decir que es para ahuyentar a los depredadores, posiblemente ratas o serpientes.

Es un animal muy beneficioso para la naturaleza, por lo que hay que respetar y favorecer su reproducción. JLS.  


Las abubillas hembras se suelen defender  cuando están asustadas, lanzado un líquido pestilente que produce la glándula uropigial.

Primero los incuba la madre, que la alimenta el macho, mas tarde comparten la incubación, los polluelos suelen estar 28 días.





José Luis Sanmiguel
Salvador Viadel
J. R. Casaña
Colaboradores: Toni Polo y Carlos Micó.

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