Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

jueves, 27 de abril de 2017

Enseñando las Balsas y sus habitantes de Alcublas.


Bien, hacía tiempo que no subía al pueblo y tenía la excusa de hacerlo con la excusa de las últimas lluvias y las presiones de Mireia, una vieja amiga con ganas de aprender y conocer la naturaleza que nos rodea, el día amaneció esplendido así que madrugamos para desayunar, planeamos la salida y nos pusimos en marcha.


La primera parada fue en la Balsa Calzón, tenía bastante agua y había muchas algas pero al parecer los anfibios no la aprovecharon para desovar, tal vez lo hagan de ahora en adelante.


Llegamos a la Balsa Silvestre, allí fue donde Mireia conoció por primera vez al gallipato científicamente hablando y no metafóricamente, pues a si me apodo yo.

Las ranas croaban en la orilla y la balsa estaba hermosa, a rebosar de agua y vegetación. Nos fuimos de allí, yo contento de dar a conocer a mi amigo el gallipato y Mireia contenta de conocerlo, sospecho que no será la última vez que se vean las caras.


Partimos hacía la Balsilla para almorzar, también caudalosa, en los alrededores de la misma sorprendo a un pequeño sapillo moteado, aprovecho para hablar de él y su curioso sobrenombre “ranita perejil”, una especie más que añadir al inventario de aquella mañana.


Más tarde nos dirigimos al Prao, sin embargo allí, el agua ya se había convertido en un recurso escaso y eran pocos los charcos que yacían casi secos en su tierra, me sorprendió ver tantos triops juntos, lleva unos 220 millones de años habitando la tierra, cuanto menos curioso.


En dicho paraje pudimos observar dos especies, el sapo corredor y el sapo partero común, ambos indispensables para finalizar con éxito nuestro paso por Alcublas.


Antes de marchar decidimos parar en unas fuentes que hay en las afueras del pueblo, allí le mostré a Mireia como identificar puestas de sapo corredor, pues al parecer, se habían dedicado tiempo atrás a hacer de las suyas y habían renacuajos de los mismos en los charcos de los alrededores, rescatamos los que pudimos, aunque somos conscientes de que muchos sucumbirán, así como más de una puesta, los charcos son efímeros.


No obstante nos alegra saber que gracias a una rudimentaria rampa de madera que algún buen vecino construyó algunos ejemplares depositaron sus puestas en el interior de la fuente y salieron de ella con vida, además, pudimos ver una pareja de los mismos, que depositamos en el agua con el fin de que no se echen a perder más puestas.


Con ganas de mas, como es costumbre, hacemos una pequeña pausa en Llíria, allí pudimos anotar tres especies más, esta vez, de reptiles, la salamanquesa común, la salamanquesa rosada y la culebra viperina, esta última minúscula.


Volveremos, con la misma ilusión y las mismas ganas de aprender y compartir, y como no, disfrutando de la naturaleza, culpable de que esto sea posible.
Saludos.

David Candel Arbó: Fotos y texto

Rafa Casaña: Maquetación.

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