Grupo de voluntarios que cuidamos la biodiversidad de las balsas de Alcublas

sábado, 29 de enero de 2011

Jugando con renacuajos

Mis veranos en la Serranía

por J. A. Martínez

Chelva

En los años 60, al igual que ahora en tiempos de crisis el veraneo en el pueblo era la opción elegida por la mayoría de la clase trabajadora residente en Valencia.

Esos podían considerarse algo afortunados de poder escapar del calor y pasar unos días con su familia, otros no tenían pueblo donde ir y debían conformarse con tres o cuatro días de playa en el verano, había que ir en tranvía, todo una odisea; comprar un cuarto de barra de hielo para tener agua fresca y media sandía en la nevera portátil.

Mis tios eran carniceros en Chelva, teníamos esa gran ventaja, tenían una casona muy grande y una posición acomodada lo que nos facilitaba el poder pasar unos días con ellos, aunque también supongo que se quedarían aliviados el día que regresabamos a Valencia, la gente de capital suele dar mucha faena.

La aventura del viaje debía empezar muy temprano, pues cogíamos el trenet hasta Líria a las 9 de la mañana y para llegar allí antes teníamos dos tranvías. Conociendo a mi madre seguro que nos levantaba a las 6 de la mañana, ella nunca llegó tarde a ningún sitio. Almorzabamos en el tren bocadillos preparados en casa, pues con el madrugón había mucha gana.

Para mi aquello era toda una aventura, pegado a la ventanilla viendo todo aquello que esa especie de pantalla me proyectaba, toda la belleza de la huerta hasta que los cultivos era siempre los mismos, cebollas alineadas geométricamente, estabamos en Benaguacil I y Benaguacil II, nombre de las estaciones que a mi me hacían mucha gracia, siempre pensé que eran dos reyes moros, seguramente padre e hijo.
Con mucha calor llegabamos a Líria y allí transbordo a la Chelvana que llegaba hasta Sta. Cruz de Moya (entonces no había comunicación con el Rincón de Ademuz). El autobús resultaba mucho mas cómodo que el tren y el paisaje mucho mas bonito, montañas, ríos, barrancos, etc.

Primera parada: Casinos. Invadían el autobús un grupo de chicas con cestas llenas de peladillas, piñones, garrapiñadas, turrones y a gran velocidad hacían su venta, el conductor siempre se encargaba de meterles prisas. Siempre comprabamos algunos paquetes de peladillas para obsequiar a mis tios y mis primas. A veces arrancaba la Chelvana y alguna peladillera se quedaba dentro y había que volver a parar para que se apeara, siempre gritando y protestando.

Luego: Losa, Domeño, Calles y por fin a la hora de comer en Chelva. Unos 60 Km aproximadamente nos habían llevado toda la mañana de viaje.

Chelva para mi era un nuevo universo, mi madre decía que era "cabeza de partido", no sabía lo que era eso pero debía de ser algo muy importante.

Mi madre me obligaba a dormir la siesta, pero a mi no me gustaba la idea y esperaba a que la casa se quedase en calma, seguramente todos descansarían y me escapaba de la cama. Ese tiempo de espera lo pasaba cazando moscas, tan abundantes entonces, eran el manjar favorito de la lechuza que tenía una vecina enjaulada.Por una puerta del patio interior me pasaba al huerto, que era compartido por los vecinos de la manzana de casas. Por allí pasaban varias acequias y en una de ellas, la de menos corriente, estaban los renacuajos, con los que no me cansaba de jugar.

Cogerlos con las manos era muy dificil, eran resbaladizos, estaban quietos como tomando el sol debajo del agua, cuando interrumpía su siesta nadaban en grupo de un lado a otro agitando su cola, entonces yo no sabía de la existencia de los espermatozoides y su parecido a los renacuajos.


A veces me llevaba alguno a casa en un frasco de cristal, lo escondía debajo de la cama, pero siempre se morían y eso que les echaba migas de pan, mas tarde he aprendido que no es su dieta preferida. Pasé muy buenos ratos contemplandolos, molestandoles y jugando con ellos.

Ahora en Alcublas cuando los veo en balsas, jipes o charices siempre vuelven a mi aquellos recuerdos, ya tan lejanos, de mi niñez, donde los renacuajos fueron parte importante de mis veranos en Chelva, ese precioso pueblo serrano, "cabeza de partido", como decía mi madre.

viernes, 21 de enero de 2011

Una colaboración de nuestro amigo Manuel Ambou

 MI ENCUENTRO CON UNAS CHARCAS



Llevo desde muy pequeño disfrutando del campo, del monte, de esa interminable naturaleza.
Mi enorme curiosidad me ha hecho que conozca una infinidad de seres que encuentro en esos diversos ecosistemas por los que transito.
Siempre, en todas mis excursiones he descubierto algo nuevo de esta enorme biodiversidad que nos rodea: plantas o animales.
Y llegó el momento en que tuve la oportunidad de recoger en imágenes todos estos encuentros en mi aventura de la vida.
Más de treinta años muy dedicados a conocer y estudiar, para clasificar, las miles de fotografías que he ido acumulando en mi archivo.
Yo soy de esos que lo fotografían todo. Debe ser un afán de poseer, o de querer inmortalizar todo aquello que me llama la atención. Pero en el fondo mi objetivo siempre ha sido documentarme para poderlo transmitir a los demás.


Bueno: pues con tantos años por esos montes, nunca me había parado, de una forma tan seria, a desentrañar la posible vida que puede existir en una vulgar charca.
Y he aquí que, por suerte, fui a conocer a un personaje interesantísimo, allí arriba, en el Balcón de Valencia, en Alcublas : J. Rafael Casaña.
El me incitó a colaborar con un grupo de amantes de las charcas, que me fueron mostrando la interesante vida que en ellas pululan.
Esto, para mi, ha sido un sorprendente y nuevo descubrimiento, del que no he podido pasar sin mostrar mi acostumbrado interés.
Un curioso tritón el Gallipato; tres seres de extraordinaria vida: crustáceos como el Triops o el Branchipus y un bivalvo desconocido para mi la Isaura, que me dejaron con la boca abierta, cuando me enteré de los detalles de su genial supervivencia.
Pero los seres que pueblan las charcas no se limitan solo a estos cuatro especímenes, hay muchos más, todos interesantísimos, que, como siempre, cumplen una misión en este Planeta de vida.

Aunque mi curiosidad es algo superficial y la investigación se la dejo a los cualificados biólogos, estoy disfrutando mucho con estos inolvidables encuentros en estos ecosistemas, con su sorprendente naturaleza y la compañía de sus cuidadores, ese genial grupo que conocí en la Serranía, comprometidos en un interesante programa de Medio ambiente: “Adopta una charca”.


Un saludo a todos.
¡¡Sois estupendos!!

martes, 18 de enero de 2011

Gallipato herido



Este fin de semana fuimos a revisar las balsas que tenemos apadrinadas: Balsa de la Pedrosa y Balsa Silvestre.
Salimos pronto, el día acompañaba, cuando se fue la niebla, nos alumbro un sol que no es precisamente de estas fechas, así están los almendros, casi empezando a florecer, luego vendrán las heladas.
Fuimos primero a la Balsa de la Pedrosa, tomamos los datos, ya os informaremos y partimos hacia la Balsa Silvestre, el día realmente era maravilloso, hasta casi decir que era demasiado bueno.
En la balsa Silvestre se notaba que hace tiempo que no llueve, ha menguado bastante el agua.


Empezamos a investigar las propiedades de la balsa y de repente que nos aparece un urodelo grande casi los veinticinco centímetros, ya sabéis que Pleurodeles waltl, es nuestro querido GALLIPATO, estaba rodeado de pan de rana, con mucho cuidado lo sacamos de la red y para sorpresa nuestra, observamos que le faltaba un trozo de cola.


Quizás en su correría nocturna había tenido alguna pelea con otro congénere y le había atizado un bocado en la cola, son carnívoros, o tal vez otro animal lo había atacado.

 
Pese a ello tenia fuerza y vigor y lo demostraba sacando sus costillas pinchosas, después de hacerle algunas fotografías lo devolvimos a su hogar para que siguiera recuperándose.
 

viernes, 14 de enero de 2011

El jilguero

Parte de cuento y mucho de verdad.



Con edad temprana ya tenía una tendencia protectora hacia los pájaros y la naturaleza. Más de una vez fui burla de mis amigos por este motivo. Por a aquel entonces estos sentimientos no eran muy compartidos.
Más bien ocurría todo lo contrario. Imperaba la caza indiscriminada de los mismos. Eran tiempos de posguerra y de hambre. Se cazaban para comer. Había personas que se dedicaban y se ganaban la vida vendiendo por docenas los que cazaban. Era el momento de la “pasa” (emigración) y diariamente se cazaban. Como he dicho. Por docenas.

Tengo que reconocer que por entonces más de una vez participe en este menester. Cosa que ahora no puedo avergonzarme más. Así eran las cosas entonces. Pero, uno tiene la necesidad de avanzar, progresar, evolucionar como persona pensando un futuro mejor.

Una mañana, hacía el medio día y después de salir del colegio, jugaba con mis amigos al lado de mí casa. Vi a un pajarito que volaba muy próximo a donde estábamos. Era un Jilguero, lo que me llamó bastante la atención. No era nada normal que estuviera tan cerca de nosotros. Mis compañeros de juegos se dieron cuenta e intentaron lanzarle piedras para cazarlo.

Con decisión, me opuse con firmeza. Después de más de un enfrentamiento conseguí que desistieran de ello. Al terminar la discusión busque al pajarito y ya no lo vi. Sentí como una desilusión. No sabía muy bien por qué. Pero había observado en su merodear algo poco habitual.

Pedralba


Me pareció que no volaba con la soltura característica de ellos. Seguí jugando con mis amigos y de pronto sentí una gran alegría. Allí estaba otra vez. Y en esta ocasión más cerca si cabe que la anterior. El corazón me latía con fuerza.

En el bolsillo del pantalón tenia un trozo de pan que me había sobrado del desayuno. Partí un trozo, he hice varios más pequeños. Los esparcí todos juntos en un lugar lo más cerca que pude de donde se encontraba. Y me retire a una distancia prudencial para ver que hacia. Al mirarlo detenidamente, me dí cuenta de alguna deficiencia en su plumaje. Y cierta dificultad al volar. Lo que me hizo pensar que tal vez hubiese estado con anterioridad enjaulado.

Pero mi alegría fue en aumento al darme cuenta que se había posado en donde puse los trocitos de pan. Y se ponía a comer con gran avidez. Tenía hambre y mucha. También, que había estado enjaulado bastante tiempo.

Era evidente qué tenía problemas para encontrar alimento. Debido a su privada libertad.

Por suerte mis amigos se habían marchado a jugar en otro lugar prescindiendo de mí. En un plis, plas, se comió lo que le había puesto que no fue mucho.

Busque otro sitio bien a la vista y volví hacer lo mismo. Al poco ya estaba otra vez comiendo los trocitos de pan. La puerta trasera de mi casa estaba a escasos metros de donde ocurría todo esto. Yo tenía en una jaula otro Jilguero, pero estaba colocada en la planta baja. Y se me ocurrió subirla a la segunda planta. En la terraza cubierta. Con la intención de que si lo oyera cantar tal vez, acudiera buscando compañía y alimento.
Busque una jaula vacía y la puse cerca de la otra. Le puse comida, agua y la puerta abierta. Y me dije que nunca la cerraría.

Pero también me pregunté como lo haría llegar hasta allí. Pensé que estaba soñando.
Y me dije:

¡Qué iluso!

Mi madre me llamaba para comer. Y después, con el tiempo justo tendría que ir al colegio. El colegio terminaba a las cinco de la tarde. Y en invierno a las cinco falta poco para anochecer. Sentí como una frustración. Casi me saltaron las lágrimas. Tener que abandonar aquel Jilguero que comía donde yo le indicaba. Y el hambre que debería tener. Me sentí mal, muy mal. Pero nada más podía hacer por el momento.

Al terminar el colegio mis amigos me invitaron a ir a jugar a una casa de uno de ellos. A esas horas de la tarde me había olvidado del Jilguero. Cuando regresé a casa era de noche. Y no me acordé del Jilguero hasta después de estar sentado en la cama dispuesto para dormir. Sentí malestar, remordimiento.
¿Como has podido olvidarte? Me dije de nuevo. Y me dormí pensando en ello.

Soñé que mis amigos lo habían encontrado y matado pedradas.

Mi madre me llamaba y desperté sobresaltado. Se dio cuenta y me dijo:

-Ya estas con tus pesadillas, venga, vístete. Que se te va hacer tarde para ir a colegio.

Me vestí pensando en la pesadilla y en el Jilguero. Nada más vestirme sentí una urgencia. Salí corriendo de la habitación y subí donde había puesto la tarde anterior la jaula vacía. Me acerqué despacio a la vez que oía como mi madre me llamaba con insistencia para desayunar.

Pero antes de acudir a su llamada miré con detenimiento la jaula. Hubiera jurado que habían comido en ella. Miré a mi alrededor pero no vi nada de lo que deseaba. Mi madre me seguía llamando. Terminé de desayunar camino del colegio pues llegaba tarde.

En mi estancia en el colegio no cesaba de pensar en la jaula y en la creencia que habían comido en ella.
Y me decía: serán los gorriones que son muy descarados. Pero en mi interior tenía un presentimiento.

El profesor estaba explicando una lección a la vez que me observaba y dijo:

-Hoy estás pensando en las musarañas. Y me dio un cariñoso coscorrón.

Después de terminar la clase mis amigos me invitaron a que fuera con ellos. Esta vez decliné la invitación. Lo que deseaba era llegar a casa. El regreso lo hice corriendo todo lo que mis piernas me permitían.

Seguía con mi presentimiento.

Entré en casa como una exhalación. Dejé la cartera en el suelo e intente subir a la terraza. Pero mi madre me detuvo y dijo:

-¿Y tus modales? ¿Donde vas tan deprisa No supe qué contestar.

Me dije:

¿Pero qué te pasa? Pedí perdón a mi madre y le di un beso.

Luego, sin prisa. Con cautela. Subí a la terraza.

No podía dar crédito a lo que mis ojos veían. Dentro de la jaula estaba el Jilguero. Acicalándose de lo más tranquilo. Me quedé quieto como una estatua disfrutando de su presencia largo rato. Dentro de mí sentí una inmensa alegría y satisfacción.

¡Lo había conseguido!

Desde entonces todas las mañanas antes de ir al colegio subía para revisar la comida y el agua. Unas veces estaba, otras ya había salido gozando de su libertad. Pero eso sí, todas las noches venía a dormir en su jaula abierta.

Pedralba
Durante bastante tiempo vivió en libertad y protegido. Hasta que una mañana cuando fui a verlo como todos los días, lo encontré muerto en el recipiente de la comida. Era como si quisiera decir: Nunca más volveré a pasar hambre. Aún estaba caliente.

José L. Sanmiguel.


Nota del Gallipato Alcublano;
En el poco tiempo que el grupo se ha puesto en marcha ya hemos contactado con muchas personas amantes de la Naturaleza y de la Serranía. Algunos nos prestarán su colaboración en forma de artículos para nuestro blog.

Este es el caso de José L. Sanmiguel al que agradecemos y felicitamos por este precioso relato.

martes, 11 de enero de 2011

Con el frío que hace y aun viven

Pues si aunque parezca mentira este fin de semana, he estado por nuestras balsas y ha diferencia del 18 de Diciembre que estaban todas heladas, muy heladas, la vida sigue en ellas de una forma sorprendente, pero si sigue.

Algunas balsas de nuestro termino ya se han cansado de ejercer su trabajo, contener agua, y se han secado, el Navajo Royo, el Navajico de Cuesta Ladrero y la siempre potente Balsa Silvestre ha menguado bastante la cantidad de agua que contiene.

Pero lo que mas me sorprendió fue hallar en una patina de apenas dos dedos de grosor integrantes de nuestra fauna vivos y coleando, pese al fuerte ruido y olor de unas potentes motos y quads que me acompañaron durante mi estancia, pude afirmar que mientras hay agua puede haber vida.


Monte mi mesa de trabajo y me dispuse a constatar la presencia de Branchipus schaefferi y Triops Cancriformis, no hizo falta insistir mucho a la primera intentona, pude ver que allí estaban, si pese al viento y al frío, seguía palpitando la vida en las balsas de Alcublas.


Incluso los Branchipus schaefferi hembras están llenos de huevos para perpetuar la especia y dejar claro la pureza de nuestro medio, Alcublas tiene un aire muy limpio y sano.


Los Triops con su alegre baile juguetón eran todo un espectáculo, las motos seguían produciendo ruido, pero yo estaba muy a gusto contemplando la belleza, que es el milagro de la vida.

miércoles, 5 de enero de 2011

“EL NAVAJO ROYO”

En Alcublas solemos denominar navajo (nava) a una charca de agua llovediza que rara vez se seca, también en castellano se le conoce como lavajo, el DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - Vigésima segunda edición es la afección que nos indica.

No es este el caso, el Navajo Royo, pasa algunas temporadas del año sin tener agua su cubeta, tal vez sea debido a que hoy en día no es utilizado por el ganado, para abrevar en el, que era su función principal.
Este navajo lleva dicho nombre debido a la tierra en la que se haya que es de un rojizo potente. Dándole una tonalidad a sus aguas de una intensidad de color característica.
Puede que el abandono de sus funciones principales sea la causa, de que las aportaciones de agua estén bastantes tapadas y no llegue toda la cantidad necesaria, para mantenerlo todo el año con agua.



Tal vez también que debido a no ser utilizado por el ganado haya perdido impermeabilidad, no sabemos, no entendemos de eso, solamente apuntamos algunas ideas, que se nos ocurren al respecto.

O tal vez sea por lo lejano que esta de nuestro pueblo, no quedan muchas tierras de labor utilizadas en su inmediaciones, si hay bastantes perdidos.

En su proximidad hay un corral abandonado en avanzado estado de ruina.

Aunque parezca raro su entorno esta lleno de abundantes pinares, lo que lo hace un entorno muy agradable, tambien se encuentra mucho mas bajo que nuestro pueblo, siendo la temperatura mas bonancible.
Muy cercano al término de Lliria.

Los jabalíes suelen ir a refocilarse en sus aguas y barros, dejando sus marcas.

Esperamos ir dándoos a conocer todos los navajos, balsas, gipes, clotxas de nuestro termino.

domingo, 2 de enero de 2011

Catalogación Balsa de la Pedrosa 04 de Septiembre del 2010

Hoy nos vamos a meter en faena, tenemos que hacer la ficha técnica de la Balsa de la Pedrosa, hemos quedado los componentes del Gallipato Alcublano, para hacerla.

Para acceder a ella, hay que ir por el camino que sale de la Ramblilla hacia el Codadillo, Hoyas Civeras, Hoyuelas y Rocha Juliana y al acabar esta a la izquierda.

Confluyen y pasan por ella el camino que va a Lázaro y el que va al Barranco de San Antón. Su forma es alargada, es mas larga que ancha, esta rodeada por juncos, sobre todo en su parte norte.

Hay un Corral que está asolado, que preside majestuosamente su parte este, dando testimonio del uso que ha sido habitual de la Balsa de la Pedrosa, la ganadería.




Después seguimos con las cosas más técnicas:
Tipología / Hidroperiodo / Manejo / Entorno / Cubeta / Vegetación / Complejidad / Aporte de Agua / Sedimento / Uso. Bueno nos costo pero rellenamos toda esta parte de la ficha técnica.

Aun había mas, faltaban los Parámetros físico-químico / Clases de Anfibios / Impactos ambientales / Micrófitos / Invertebrados de la balsa.

Observamos que habian muchas libélulas (parotets) y muchos renacuajos casi en su ultima fase, a punto de completar la metamorfosis.

Despues ya pasariamos los datos a Roncadell, para incorporarlos al proyecto “Apadrina una balsa”.


Empezamos por la medición del agua y de la cubeta (máxima capacidad de la balsa). Pasando a levantar un plano de la misma visto desde arriba y de frente con sección. En los que indicábamos los símbolos convencionales y las características de la vegetación terrestre y acuática. Era nuestro baño de fuego en estas lides, pero ya que estábamos en ello, había que hacerlo.